Horacio Guarany se presentará en el Luna el próximo 24 de octubre.
El cantor popular Horacio Guarany se despedirá del escenario del Luna Park con un recital a realizarse el sábado 24 de octubre a las 21.30 que, aclaró, “no significa un adiós al canto”.
Con 52 años de carrera artística ininterrumpida desde aquel primer disco Canta Horacio Guarany (1957), el creador puntualizó que “es bueno decir claramente que el 24 le voy a decir adiós al Luna Park, donde viví noches inolvidables, pero no así al canto ni a los escenarios”.
“Después de esa noche titulada El cantor no callará Jamás -prometió- voy a ir a cantar a distintos puntos del país y no voy a faltar a los festejos por los 50 años de Cosquín”.
“Tuve el honor de ser uno de los que estuvo en aquel primer Cosquín, a orillas de la ruta, y tengo el orgullo que luego fueron famosos aquellos lunes de Guarany en el valle de Punilla”, recordó.
Al repasar su paso por esa ciudad cordobesa agregó que, “después tuvimos algunas diferencias, pero nunca me olvidé de ese escenario ni del pensamiento que Cosquín es todo el año, no sólo las nueve lunas, es por eso voy a volver en sus 50 años”.
Un fenómeno
El músico nacido el 15 de mayo de 1925 bajo el nombre de Eraclio Catalino Rodríguez en la localidad de Alto Verde -límite con el Chaco santafesino-, se definió como “petiso, barrigón, cabezón y dicen que desafino. No tengo estampa ni pinta, pero la gente del pueblo me quiere, debo ser un fenómeno”.
“Dios me eligió para levantar a las tribunas con el canto y con la bandera de lo argentino como emblema”, añadió como si hiciera falta completar su carta de presentación.
En otro párrafo dedicado a explicar su actividad, apuntó que “mis canciones transmiten historias donde se trasluce mi amor por el pueblo. Durante las dictaduras, grité y luché desde el escenario por nuestros derechos y sufrí como tantos hombres de la cultura el lamentable exilio”.
En aquella reconocida década del 60 que fue de esplendor para el canto argentino, el grito “luchen, luchen, no dejen de luchar por un gobierno obrero y popular”, era el estribillo coreado por su público en cada uno de los recitales donde brillaba de la mano de clásicos como Si se calla el Cantor o Recital al Amor.
A esos himnos hay que agregarles Padre del Carnaval, Volver en Vino, Caballo que no Galopa, Cuando ya nadie te Nombre, Plumas Verdes, Aroma de Mandarinas, Yo Tengo un Amigo Nuevo, Zamba del Chúcaro, Cachorrito (compuesta para su hijo Panchito), Canción del Adiós y Puerto de Santa Cruz, entre otros títulos emblemáticos.
La paz de Luján
“Soy un agradecido permanente a la vida -confió-, que me dio la posibilidad de trascender en la música para cantarle a los pueblos, a los humildes, a la juventud”.
Las referencias a su andar le permitieron observar que “haber conocido a grandes maestros como Yupanqui, el Cuchi Leguizamón, Castilla, Armando (Tejada Gómez) y tantos otros, me otorgó la posibilidad de nutrirme de experiencias que se deben vivir y no contar”.
La sabiduría de los años lo fue llevando hasta encontrar cobijo en una casa en la localidad bonaerense de Luján donde, contó, “después de haber vivido momentos difíciles, encontré la paz que necesitaba”.
“El canto de los pájaros, el aire puro y el sonido del viento me dan todo lo que mi familia y yo queremos”, insistió el autor de los libros El Loco de la Guerra y Sapucay.
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