Curvas prominentes, sugerentes, talladas en el gimnasio o por obra de vaya a saber quién. Ojos grandes, profundos. Labios carnosos que resguardan dientes perfectos, blancos, muy blancos. Pelo brilloso, largo y lacio...
Como tantas otras chicas que aparecen repentinamente en el mundo del espectáculo, Sabrina Ravelli, de ella se trata, cuida su imagen como un diamante. Cuida, al cabo, su instrumento de trabajo o de subsistencia en el ambiente artístico, un medio en el que abundan el glamour, el dinero y... los escándalos. Sin embargo, Ravelli decidió explorar otros rubros que poca relación tienen con su belleza. Conduce todos los sábados "Alocadas.com", un programa en Radio Palermo. Sí, en radio, donde plantea el enorme desafío de demostrar que no es sólo una cara bonita. "Nunca me imaginé haciendo radio, jamás. Pero no cerré las puertas, me pregunté por qué no intentarlo, por qué no experimentar algo que quizás después me gusta. Siempre trabajé con mi figura, en un desfile o en la tele, y ahora tengo que conocer otra parte de mí: la voz", se embala.
¿Cómo te ves en esta nueva faceta de tu carrera?
Bien, me gusta. Elegí como co-conductora a Andrea Estévez, que me ayuda un montón.
No es común que modelos o vedettes incursionen en radio.
¡Y encima hablando los temas que hablamos! ¿Te cuento?
Por favor.
Trato los temas hot que le interesan a la gente. Por ejemplo, el otro día hablamos sobre los sex shops, llamamos en vivo a los locales para preguntar qué productos se venden más o cuáles son las consultas más frecuentes que les hacen. Después nos comunicamos con un famoso para que opine sobre la encuesta del día y cuente sus experiencias.
Lo bueno es que te soltás y no te da pudor.
Tal cual. Es más, a veces hablamos con Andrea ciertas cosas fuera del aire y preferimos dejar de charlar para hacerlo en vivo y compartir las anécdotas con el público. Somos así, muy espontáneas y desinhibidas.
¿Quién te convocó para llevar adelante el proyecto?
Me contactó el productor Jorge Ayerbe, justo cuando estaba viviendo en México, y no pude. Pero a los pocos meses volví al país, se enteró por un par de medios que estaba acá y me llamó otra vez. Entonces acepté. Me dio todas las libertades, decidí con quién trabajar, qué temas tratar. Simplemente me dijo: "Hacé el programa como quieras. Alguna pregunta más". Fue así.
¿Pensás dedicarles menos tiempo a tus habituales actividades?
No, esto lo hago en paralelo. Ahora estoy analizando propuestas para hacer temporada de teatro y en pocos días voy a viajar a Bolivia para representar a la Argentina en un evento.
Así de vertiginosa es la vida de Ravelli. De acá para allá, de un lado al otro. De un programa de chimentos a una sesión de fotos, todo por pertenecer. Y aunque pretenda diferenciarse del resto, las circunstancias, el minuto a minuto y los embrollos la absorben como a cualquier hijo de vecino. "Obvio que me favorecen las peleas, pero yo no las busco. A mí me pasó que varias chicas me han llamado para armar algo y poder posicionarse mejor, ¿entendés? Eso me da bronca, porque yo no subí así. Tuve oportunidades para saltear escalones de a diez y no lo hice. Jamás, jamás, jamás. Si yo me pusiera a caminar desnuda por el Obelisco, te aseguro que tendría más prensa. Y no lo hago. Hay formas y formas".
¿Tus familiares aceptan las reglas del juego?
Cuando hice las primeras fotos, fue un caos. Más que nada para mi papá, porque tiene una peluquería en Villa Pueyrredón y los clientes le decían de todo. De a poco se fue acostumbrando a que salga en ropa interior, después a que sea vedette, y así hasta hoy. Cada vez que lo siento a tomar mates, ya sabe que algo nuevo se viene.
¿Y qué es lo que se viene?
Conducir en televisión. Es mi objetivo, aunque no puedo contar mucho. Algo hay, algo hay.
Fuente: www.larazon.com
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