Aun cuando Jackson abandonó Neverland tras el juicio por pedofilia en el que fue absuelto en 2005 y vació su delirante contenido (animales exóticos, un parque de diversiones, estatuas de superhéroes), la propiedad sigue acaparando titulares y ocupando un lugar en el recuerdo de los fanáticos.
Frente al portón de la finca, seguidores de la estrella pop han dejado desde su muerte súbita flores, osos de peluche, velas, cartas manuscritas y muchos globos multicolores. Una zapatilla de ballet gastada por el uso tiene escrito: “íTe amo! Que yo baile te lo debo a ti. Alyssa Salvese”.
Alana Johnson, una mesera de 22 años de un restaurante en la calle principal de Los Olivos, se emociona ante la idea de que Neverland abra al público. “Estaría buenísimo. Yo vivo acá y nunca he entrado”, dice.
“Sería bueno para los negocios” de la zona, acota. Pero a unos metros de distancia, en una tienda de degustación de vinos, se ve la otra cara de la moneda.
“Quizás eso podría atraer un tipo de público que no es el que queremos. De hecho, no hemos tenido nuevos clientes (desde la muerte de Jackson). Sólo entran a preguntar la dirección” de Neverland, señala Patricia Sherridan, gerente del establecimiento, de 45 años. En la vecina población de Solvang, fundada por daneses a principios del siglo XX, que se ha tornado sitio turístico por su arquitectura y pastelerías de inspiración danesa, el dueño de una galería de arte hace un gesto de tedio y minimiza el impacto de un eventual santuario en Neverland.
“No creo que eso vaya a marcar ninguna diferencia”, afirma Donald Jameson, de 56 años.
Mientras, gran parte de los vecinos de la zona prefieren ser cautos y esperar a que se dilucide el destino de la finca.
“No sabemos qué va a pasar con Neverland en este momento”, apuntó Roger Wisted, el propietario de la bodega Blackjack, conocida por haber servido de escenario para escenas de la película Sideways (Entre Copas, 2004).
Fuente : www.popularonline.com.ar
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