martes, 5 de enero de 2010

Cuando un ídolo se va queda vivo en la memoria

Sandro ya está en la galería de los ídolos populares de la música que tras su partida se convirtieron en mitos. Así en esa nómina también están Gardel, Alberto Morán, por quien Sandro sentía devoción, Atahualpa Yupanqui y, otros como Gilda o Rodrigo.
De artistas como Gardel, Morán, o Yupanqui es innecesario dedicarle un recuerdo, su magnitud los pone un poco más allá, lo que vale y valdrá para el propio Sandro.
Pero artistas que llegaron después de su muerte a ser mitos populares y que se transformaron en puntos de devoción milagrera parecen haber cumplido un ciclo en la memoria como lo fueron sus breves carreras.
Un ejemplo es Gilda, aquella bella cantante que murió en 1996 en un accidente de ruta y por quien se erigieron íconos y templetes en diversos lugares, se organizaron excursiones, merchandasing milagrero, etc., para ir diluyéndose con el paso del tiempo no sólo en el plano de su fuerza espiritual sino en el de la difusión de sus grabaciones que hoy son prácticamente inaudibles en los medios de comunicación.
Otro caso de idolatría galopante que pronto se transformó en olvido es el de Rodrigo, quien murió en un accidente de tránsito la madrugada del 24 de junio de 2000, a los 27 años, junto a Fernando Olmedo, el hijo mayor del gran actor cómico Alberto Olmedo.
A esta altura cabe preguntarse: ¿fue realmente un ídolo de multitudes o la industria nos lo hizo creer? Lo mismo puede aplicarse a Gilda... ¿Y Walter Olmos? Lo “vendieron” como el sucesor de Rodrigo, más o menos la misma música, más o menos la misma innecesaria violencia; más o menos la misma manera de morir. Seguramente si alguien busca descubrirá que hace mucho, mucho que ninguna radio pasa un tema de Walter Olmos, otro “ídolo”.
Sandro hizo una carrera de más de cuarenta años inmaculada y aún después de haber dejado de actuar y prácticamente no mostrarse tenía el cariño no sólo de sus nenas, lo amaba el pueblo. Los verdaderos ídolos son inmortales pues habitan en el corazón de los suyos, ése es el secreto que marca la diferencia.

Fuente : www.popularonline.com.ar

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