Todas coincidieron: fue el más grande arriba y abajo del escenario.
La despedida de Sandro dejó postales pocas veces vistas. Que era un ídolo, ya era sabido. Que las nenas lo amaban, también. Pero pese a todo lo que podía suponerse, la realidad conmovió más que cualquier postal imaginaria. Ayer, las fans de Sandro no tuvieron consuelo. Y tanto en el adiós que le brindaron en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso como a lo largo del extenso recorrido que terminó en el cementerio de Longchamps, hubo escenas conmocionantes sobre el amor de sus seguidores al ídolo.
Hubo señoras que pese a las intensas temperaturas hicieron dos veces la cola para ver a Sandro en el Congreso. Una de ellas, con 14 horas de espera entre una y otra pasada, mostraba signos de cansancio físico, pero en su rostro reflejaba el inmenso cansancio del alma por haber llorado tanto. Muchas fans salían llorando del Congreso y las más no pudieron siquiera hacer una declaración a los cronistas.
Casi todas portaban distintivos, posters, remeras, gorras, vinchas... usados muchas veces antes, claro, pero ahora como homenaje póstumo al ídolo que les dio tantas pero tantas horas de alegría.
El cortejo llegó a Avellaneda, donde lo aguardaron muchas fans dolidas. Una de ellas, en conmovedora imagen, derramaba lágrimas en silencio mientras sostenía en alto un poster y una rosa roja mientras pasaba el féretro. A muchas fans que se encontraban cumpliendo labores o siguiendo su rutina diaria las sorprendió el paso del cortejo y allí detuvieron la marcha de sus acontecimientos de la vida diaria para dejarle una oración y un saludo a Sandro.
Muchas fans, agrupadas en clubes, acudieron en masa a saludar a Sandro por última vez. Así, se vieron varios grupos de 6 a 20 mujeres que coincidían en sus cantos, aplausos o rezos.
Hubo quien llevó autógrafos, tickets de shows a los que ellas asistieron y hasta prendas firmadas por el cantante. Claro, él las recibía, tanto en la puerta de su casa como en donde las viere, y siempre tenía tiempo para charlar con ellas, sacarse una foto y hasta llamar a las más fervientes en el día de sus cumpleaños para dejarles un beso. Gestos que ninguna fan olvidará de por vida. Así era Sandro, un gran tipo abajo del escenario y un monstruo de escena que supo manejar los climas y los ánimos de sus fans como ninguno.
Por eso ellas, que lo quisieron tanto, no podían faltar en el último adiós al más grande de todos. Imitado, pero nunca igualado. Sandro, único y genial.
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