martes, 5 de enero de 2010

El Gitano, la voz de América Después de su primer

Después de su primer programa de TV lo echaron y no lo dejaron volver porque sus movimientos “enardecían a la juventud”.

Un “animal de escena”: Sandro agradeciendo los aplausos después de poner broche de oro a ubrillante concierto en el Rexn brillante concierto en el Rex.


Aunque nació en Parque Patricios con el nombre de Roberto Sánchez, desde muy chico se crió en Valentín Alsina y desde allí, con su primera agrupación musical, “Sandro y los del fuego”, saltó con su estilo irrepetible e inconfundible a conquistar primero a la Argentina y después a toda Latinoamérica, de ahí que sea llamado “el ídolo de América”.
Sus cuarenta años de brillante trayectoria artística lo convierten en el máximo exponente de la música popular argentina. En sus comienzos su figura estaba enraizada en la misma línea que cultivó Elvis Presley y como no podía ser de otra manera, su forma de cantar y moverse arriba del escenario generó polémicas al comienzo de la década del 60 durante el surgimiento del movimiento hippie.
Su nombre Roberto tiene que ver con el gran afecto y amor a la distancia que su madre sentía por el actor Roberto Escalada. De su familia paterna se sabe que eran gitanos, originarios de Grecia, de apellido Papolopus. El nombre del padre de Sandro era Víctor y su madre se llamaba Irma Nydia Ocampo, una española que había venido a Buenos Aires “a hacerse la América”, como mucha gente por aquel entonces.
Su infancia y adolescencia la vivió en una casona de la esquina de Tuyutí y Paso de Burgos, en Valentín Alsina, y el colegio primario lo cursó en la Escuela República de Brasil, de la cual guarda un especial recuerdo por su maestra de primer grado, Norma Eva Cuniglio. Su madre era ama de casa y su padre por aquellos años se desempeñaba en un frigorífico.
Como hijo único de un hogar modesto, Roberto comenzó a trabajar desde muy chico y a los 12 años ya estaba empleado como changarín en una tornería de la calle Remedios de Escalada, de Alsina, y posteriormente tuvo otros trabajos como cadete de una droguería, obrero en talleres metalúrgicos y tapicero, hasta que finalmente logró aprender un oficio, el de joyero, con el cual le sirvió para comprar los primeros instrumentos musicales. En los comienzos de 1961 formó el conjunto “Los de fuego”, junto con Armando Quiroga, Lito Vázquez, Héctor Centurión y Juan José Sadri. Fue con esta agrupación musical que Sandro dejó de lado la guitarra que había comprado con los primeros dineros que ganó como joyero y comenzó a cantar y a contonearse con su estilo tan particular que cultivó hasta sus últimos días, aunque obviamente con menos bríos por una cuestión del paso de los años y el adiós a la agilidad de la juventud.
Un año más tarde salió su primer disco simple, “A esto le llamas amor” y “Eres el demonio disfrazado”, con la orquesta dirigida por José Carli, y poco tiempo después vio la luz el segundo disco, que incluye los temas “Dulce” y “Chozas de azúcar”. Posteriormente de puro caraduras que eran encararon al dueño de un local de Juncal y Pueyrredón para tocar sus primeros conciertos y lo bautizan como “La cueva”, a propósito de que Los Beatles tocaban en otro sótano que se llamaba “La caverna”.
En 1964 les llegó la gran oportunidad de debutar en televisión y lo hacen en el programa “Aquí la juventud”, del viejo Canal 7. Pero después del primer concierto, lo echaron y no le permitieron que a la semana siguiente ofrecieran un nuevo show porque según los directivos de la emisora televisiva “sus movimientos pélvicos enardecían a los adolescentes”.
Al año siguiente le hubiese tocado hacer el servicio militar, pero se salvó “por número bajo” y fue en ese año cuando entabló relación con quien sería su coautor de varios temas, Oscar Anderle, que había sido cantor de la “Jazz San Francisco”. Ya por ese entonces no lo acompañaban “Los de fuego” y por un tiempo fue secundado por el conjunto “Los Black Combo”.
En el ‘66 el nombre de Sandro ya era muy convocante y taquillero. Fue entonces cuando hizo su debut cinematográfico participando de la película “Buenas noches, Buenos Aires”, que dirigió Hugo del Carril, y poco tiempo después escribe uno de sus mayores hits musicales, “Quiero llenarme de ti”, que posteriormente fue título de un film que protagonizó en la década del ‘70.
En 1970 recibió de parte de APTRA un Martín Fierro a la mejor labor masculina en show y dos años más tarde se convierte en la gran atracción de los bailes de carnaval que se realizaban en el Viejo Gasómetro del Club San Lorenzo de Almagro, cuando estaba en la avenida La Plata, y sus hits más importantes eran “Voy a abrazarme a tus pies”, “La vida sigue igual” y “Dame fuego”.
Después vendrían otros hits del cancionero popular como “Trigal”, “Rosa, rosa”, “Así” y “La vida sigue igual”. Años más tarde, en 1998 más precisamente, en su primera edición de los premios Gardel ganó el de Oro, sin ningún tipo de discusión ni polémicas cuando coronó la fiesta de la industria discográfica, rodeado de los que alguna vez, como él, soñaron la pinta y la fama del Zorzal Criollo.
Hasta que finalmente llegamos a la friolera de haber realizado cuarenta shows en el teatro Gran Rex, durante los años ‘98 y ‘99, que obviamente marcan un record Guinness en el orden vernáculo de la canción, en un hecho que seguramente será muy difícil de igualar por los años de los años.


Fuente : www.popularonline.com.ar

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